martes, 20 de noviembre de 2012

Las intermitencias de la muerte





Yo me bajé este libro que quiero empezar a leer. Me lleva a fantasear sobre lo que pasaría con la sociedad, la economía y la demografía si la gente dejara de morir.

La soledad de los números primos de Paolo Giordano


Las últimas veces que he comprado libros, me he puesto en neutro al entrar a la librería. Sin nada concreto en mi mente, encuentro los libros sin mayor búsqueda o será más bien que ellos me encuentran a mí. Como que ahí estaban, esperándome desde hace un tiempo. La soledad de los números primos me tomó por sorpresa, no esperaba que fuera el libro que fue. Tal vez fue la asociación con términos matemáticos la que me atrajo, o será la palabra soledad. Lo cierto es que me gustó de principio a fin, me atrapó y me recordó etapas de la vida que aunque parecen distantes dejaron una cicatriz tal vez más profunda de lo que creemos. Me he quedado meditativa sobre mi propia historia, sobre los eventos (fuertes, o sumatoria de eventos poco evidentes) que marcan un punto de inflexión en la ya compleja existencia de los que vemos el mundo (el mundo de la infancia, la adolescencia a la que fuimos confinados) de forma distinta. Sobre esa soledad que nos acompaña a los que de alguna forma nos hemos sentido –o nos seguimos sintiendo– no pertenecientes por una u otra razón, voluntaria o no.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Reseña culinaria: segunda visita a Passerrelle

Hoy fuimos a cenar a Passerelle (antes lo escribí mal) con mi familia para celebrar el día de la madre. La experiencia fue muy simpática porque no es lo mismo salir a comer a un restaurante de esos que ya conces con tus papás, que esto de ir a un lugar "francés" y ordenar carne con mantequillas "raras" - como dijo mamá. En general la comida de nuevo estuvo genial. Hoy voy a comentar rápido mi plato fuerte y el postre. Pedí una trucha salmonada al vapor en hojas de plátano. Venía acompañado de una salsa semidulce que no puedo describir a cabalidad y como guarnición un tomate horneado y ejotes al dente. Genial, genial! Yo creo que para quienes extrañamos Pascal este lugar puede ser el próximo. Obviamente el ambiente es un poco más presuntuoso que donde Pascal y la presentación de los platillos también dista de las costumbres de áquel, pero en general la comida es de nuevo sencilla pero deliciosa.

Ah, además las papas fritas por supuesto no vienen acompañadas de salsa de tomate pero te pueden dar (con un costo) un platito con salsa bernesa. Delicioso, vale la pena pagar el costo extra.

Bien de postre pedimos (compartido con Luis) el famoso Volcan de lava de chocolate con extracto de fresa. Ahhhhhhhhhhh es un exquisito souffle de chocolate con literalmente lava de chocolate!!! Siguiendo la costumbre francesa de la salsas, te sirven el postre acompañado de más salsa de fresa y otra que no logré descifrar qué era (eso sí el platito quedó limpio). Aquí les adjunto una foto. No es la más afortunada porque la tomé de lado con el celular jejeje. Pero pueden ver el relleno de fresas en medio del volcán y los caminos de lava.

Mis experiencias en este restuarante hasta ahora han sido fabulosas. Cerró con un toque lindo la noche, el que la Chef pasara por las mesas saludando a los comensales y preguntara cómo nos pareció la comida. Luego nos quedamos platicando y mi mamá le pudo hacer preguntas sobre algunos términos que escuchó en un canal gourmet (están en francés) y no entendía qué significaban. Sumamente accesible y orgullosa de sus platillos. Creo que te demuestra que cuando alguien se siente segura que está haciendo algo bien, no tiene reparos de salir a saludarte y preguntar si te gusta lo que te preparó.

De nuevo mi apreciación es que la comida vale lo que pagas por ella, cosa que es tan difícil encontrar hoy en día en el ambiente de restaurantes en la ciudad. Así que me animo a recomendarlo para el cuchubal, el almuerzo de los viernes o una reunión en un lugar que nos quede cerca a todos para después de la oficina!